Deshojar en silencio tu cuerpo.
Sacar el pétalo de tu blusa
y acariciar las dunas tibias de tus
pechos,
haciendo erguirse los pezones
anhelantes
como flores oscuras que despiertan
con la savia encendida de mi boca.
Quitar la corola de tu falda
y buscar en tu vientre los latidos del
deseo,
esas mareas cálidas y turgentes
que muestren el rumbo al intimo vértice
de tu sexo.
Escurrir por tus muslos las bragas
transparentes
y descubrir en su solitario refugio
la mariposa asustada que se oculta en
tu pubis.
Recorrer, con la suavidad de un arrullo
tu relieve
voluptuoso, tenso, expectante,
e ir fijando
en el mapa de mi memoria
la geografía
total y absoluta de tu cuerpo.
Trazar con
mis labios húmedos
los valles,
las colinas, las espesuras,
los
intersticios, las sinuosidades, los rincones,
lo secreto,
lo impúdico, lo escondido,
todo aquello
que velado por el pudor
arde por las
noches en tu piel.
Dejar que la
víbora ardiente de mi lengua repte sigilosa
atraída por
el señuelo de tu fragancia animal
hasta caer
enredada entre los bellos olorosos
en la trampa
incandescente que la acecha.

No hay comentarios:
Publicar un comentario