jueves, 12 de julio de 2012

EROS II


Hoy mi lengua es un húmedo caracol ardiente
que ha iniciado por la sinuosidad de tu piel
un recorrido exuberante de ardor y deseo
que llevará una fiebre animal e instintiva
hasta tus más íntimos y húmedos rincones.

Voy haciendo surgir de ti con mis manos apremiantes
el goce de caricias lujuriosas, turbias, furtivas,
tus pechos llenos, tus oscuros pezones,
se ofrecen seducidos por un afán clandestino.

Ya siento entre mis piernas el falo eréctil, duro,
hinchado por la desesperación de la sangre
que ya imagina la caverna estrecha y ardiente de tu sexo.

Mis dedos, que han encontrado en tu vientre
la mariposa oscura y húmeda de tu vulva,
se enredan en la maraña de tu pubis.

Abultado turgente mi propia mano encuentra
mi miembro estremecido, duro y vigoroso,
esperando con urgencia el placer de aquel vicio solitario. 
La mano inicia el íntimo masaje, empuñando, apretando,
con un frote insistente en la suave piel que me estremece.

Permaneces quieta, excitada, enardecida,
solo sintiendo el deleite escondido de mis dedos
que hurgan en tus instintos más secretos.

Llevo mi boca a ese lugar de sumergidos deseos,
un clítoris ansioso donde llegan al fin mis labios
es atacado sin tregua, sin respiro, con ansias,
por una lengua ardiente que lo agita vibrante.

Viene el espasmo, la fluida eyaculación,
un licor candente y denso cae sobre las dunas de tu cuerpo.
Siento en mi boca los zumos de tu orgasmo
surgiendo de ti como de una vertiente frenética,
viene la desesperada convulsión de tu vientre,
el éxtasis nos rompe en miles fragmentos ardientes.

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